domingo, 3 de mayo de 2009

Encarna Zamora Navarro


Encarna Zamora Navarro

G. C. T. La Verdad
Nacida en Mazarrón, madre de tres hijos y abuela de una nieta, Encarna Zamora ha sido profesora en las Universidades de Granada y Murcia, es doctora en Farmacia, con premio extraordinario del Ministerio, y tiene, entre otros, los títulos de Dirección y Administración de Empresas y de Dirección de Comercio Exterior. En su amplio curriculum no figura su faceta artística que le lleva a coleccionar cuadros que no caben en su nueva casa. Domina tres idiomas (español, francés e italiano) y se defiende en inglés y árabe lo suficientemente bien como para cerrar acuerdos en los cuatro continentes («Australia está muy lejos») en los que trabaja o ha trabajado.
Ha presidido distintas organizaciones y empresas radicadas en Francia, Polonia, Miami (USA), Barcelona y Madrid. Académica de número de Farmacia, desde 1992 se ha ocupado de los más desfavorecidos colaborando, a distintos niveles de responsabilidad, con siete ONG.
Es una mujer moderna que no gusta ir de compras por lo fatigoso que le resulta probarse las prendas, así que no le importa adquirir ropa de los mercadillos donde se siente más cómoda: «Allí no hay probadores». Encarna, la boticaria como le llaman en su pueblo natal, valora la amistad. Independiente, inteligente y divertida, se define como artista frustrada y le interesa todo lo creativo, por ejemplo, la cocina. Lo que mejor le sale es el arroz caldero y lo que más le gusta, las comidas de cuchara, verbigracia, el guiso de trigo. Mazarrón a puesto su nombre a una calle.

En la casa del Portón de los Jerónimos se respira silencio y una cierta pureza ambiental. En el mismo porche de la entrada, junto a un Mercedes biplaza color azul, figura una escultura africana, motivo que, ya en el interior, surge por todas las estancias, principalmente en la biblioteca, donde tiene decenas, quizá centenas, de piezas hechas en África, la mayoría de las cuales no tienen un especial valor material ni artístico, «pero ninguna de ellas está comprada al azar», afirma, ya que responden a vivencias personales que rememora al contemplar la figura.
-¿Ha necesitado hacerse muy visible para triunfar?
-Pues no. He sido muy visible por mi propio carácter, porque soy una persona muy sociable y tengo mucha facilidad para comunicarme con la gente.
-Eso puede despertar muchas envidias…
-No tengo enemigos, no sé por qué tampoco, porque soy muy clara y muy directa. Yo no habría servido jamás para la diplomacia ni para la política.
-Precisamente le iba a preguntar si le ha interesado la política.
-Ni me ha interesado ni hubiera servido. Además en la política no se puede ser práctico porque no se puede hacer todo lo que una ve que está por hacer y, por otra parte, mi sinceridad no sirve para la política. A quien yo le diga algo una vez puede que le moleste, pero sabe que dentro de veinte años voy a estar en el mismo sitio y diciendo la misma frase. Quienes me conocen saben siempre en qué situación están respecto a mí y creo que por eso no he tenido nunca enemigos.
(El grueso de su trabajo lo dedica a evaluar proyectos, acciones y empresas. En ese sentido está trabajando bastante en Panamá, Colombia, República Dominicana, Costa Rica y también en España.)
-Pero en una trayectoria tan amplia y diversa habrá tenido algún enfrentamiento…
-Claro que los he tenido, con sindicatos, con empleados... momentos de crisis empresarial, etcétera, pero nunca he dejado muertos en el camino. Si hay que enfrentarse con alguien se hace, pero sin prepotencia. Mantenerse firme en los criterios no significa que tengas que perder la relación ni hundir a la persona a la que te enfrentas.
-¿Qué opinión tiene de lo que pasa en el mundo, en España y en la Región de Murcia?
-Sólo regular. Los políticos y los financieros nos han engañado. No sólo aquí. En todo el mundo. Hemos vivido en una mentira económica. Y la situación española la veo peor que la del resto de Europa.
-¿Por qué una mentira?
-Porque nos han hecho creer que éramos ricos, poderosos y supermanes. Una mentira que también se creyeron en África porque ven la tele, donde ven espejismos. Si no vieran la tele habría menos cayucos. Yo se lo digo a ellos: aquí tenéis familia que os acogen (porque allí la familia todavía existe) y en Europa vais derechos a la prostitución, al robo, la droga, la delincuencia...
-Le falta opinar sobre el panorama en nuestra Región...
-Tenemos una muy buena agricultura, aunque este sector no sea el más fuerte en el conjunto de nuestro PIB (Producto Interior Bruto) el cual hemos desequilibrado a favor de la construcción. ¡Tantísima vivienda!
(La llaman desde la Cámara de Comercio de Murcia y quedan para más tarde. Al poco, una llamada de Costa Rica. Revisa un papel y mira algo en el ordenador. Esta semana recibe a una misión empresarial de Santo Domingo que visita Murcia para conocer su tecnología agrícola, después viajará a Costa Rica y a Panamá. Vuelve una semana a España -para la boda de su hija- y sale hacia Libia).
-¿Cuándo va a parar?
-Tengo mucho trabajo, pero también la gran suerte de que puedo planificarlo y dosificarlo. Yo no quiero tener un trabajo que me sobredimensione. Estoy en una etapa en la que intento tener mejor calidad de vida de la que he tenido, que ha sido malísima. Ahora quiero disfrutar de mis hijos, de mi nieta y de la casa.
(Habla con deleite de sus hijos y de sus respectivas parejas. «Mis hijos han sabido elegir bien. Son gente buena, prudente y educada».)
-Una escala de valores que hoy no se lleva mucho.
-No hijo, ya sabes que no. Hoy se lleva el consumismo, la marca, la cirugía estética... Cosa absurda esa de meterse en un quirófano para hacerse reparaciones. Se tiene que estar conforme con su propio cuerpo. Lo contrario es engañarse a sí misma. ¿Qué consigo yo con quitarme tres arrugas?
-Engañarse a sí misma (rísas)
-¡Pues claro! Si yo las llevo esas arrugas. Las llevo en el corazón, en los pulmones, en el riñón… en mi organismo. Lo que tengo que hacer es cuidarme, alimentarme bien siguiendo los consejos de mi hermano Salvador (ríe) hacer ejercicio, que no hago…
(Abnegada, esforzada, sacrificada, sensible y perfeccionista -cualidades que ella cree comunes a la mujer- Encarna Zamora tiene dos despachos. En el de trabajo diario conserva íntegramente el mobiliario que fue de su abuelo al que ha incorporado dos ordenadores: en uno lleva los asuntos de la Consultoría y en el otro la administración de su farmacia de Mazarrón, donde cuenta con varios empleados. El otro despacho, el de la amplia biblioteca -en la que figuran dos tomos de Ilustración Artística que datan de 1882- es un pequeño bureau (buró) en el que estudió desde niña. En él se sienta aún para escribir, a mano, las cosas más serias, es decir, las de su vida, sus hijos, sus amigos, sus aficiones...)
-¿Para cuándo sus memorias?
-Ya estoy haciendo algo. Y a propósito de esas figuras, estoy pensando que voy a fotografiar las piezas una a una, porque todas tienen una historia. Voy a escribir las vivencias que representan esas piezas.
A modo de despedida, frente a una estatua de Beltrán, la canastera, y rodeada de pinturas (Gaya, Avellaneda y un larguísimo etcétera), Encarna Zamora tiene un recuerdo para sus amigos: «Son los de siempre y, junto a mis hijos, mi mejor tesoro».

2 comentarios:

  1. Hola Maen, soy Rufo no sé si me recuerdas, me gustaría contactar contigo, si vienes a Madrid, llamame me hría ilusión verte, un saludo afectuoso

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  2. Hola Maen, soy Rufo no sé si me recuerdas, me gustaría contactar contigo, si vienes a Madrid, llamame me hría ilusión verte, un saludo afectuoso

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