miércoles, 15 de abril de 2009

Domingo Valdivieso y Henarejos

Domingo Valdivieso y Henarejos

Domingo Valdivieso es uno de los personajes más emblemáticos de Mazarrón. Su figura sale a la luz en la villa al sumergirse en el mundo de las artes plásticas.
Aunque el prestigio del pintor romántico murciano, su vida, y su obra, crezcan y se desarrollen fuera del término municipal de Mazarrón, esta localidad tendrá el orgullo de haberlo visto nacer en sus tierras.
La fama de Domingo Valdivieso se exportará al exterior de la Región de Murcia, y su obra será valorada también fuera de España, principalmente en Italia.
Como pintor destaca el tratamiento del color y la luminosidad en su obra pictórica, y su gran capacidad para el dibujo.
Con una técnica libre y sobria, Domingo Valdivieso, abarcó todos los géneros de la pintura propios de la época que le tocó vivir, adentrándose tanto en la pintura histórica, como religiosa, o el retrato, mostrando una clara influencia de la escuela italiana.
En la actualidad es recordado especialmente por el Instituto que lleva su nombre, y por el certamen de pintura que desde hace unos años viene celebrándose en su recuerdo en la localidad.

Domingo Valdivieso y Henarejos. Mazarrón (Murcia), 1830-Madrid, 1872.
Su infancia en Mazarrón
Domingo Valdivieso nació en 1830 en Mazarrón, y su infancia se desarrolló en las calles de su localidad, donde fue bautizado y donde permaneció hasta que comenzó sus estudios secundarios en Murcia.
El comienzo de sus estudios en Murcia
Sus padres, Pedro Valdivieso y Maravillas Hernández-Henarejos, decidieron enviarlo a la capital provincial para cursar el bachillerato, y ya durante sus años de adolescencia comenzó a destacar por la calidad de sus dibujos y la facilidad que tenía para realizarlos. El futuro prometedor que mostraban estos primeros esbozos del arte de Valdivieso no pasó desapercibido, recomendándose su ingreso en la Academia de Bellas Artes de San Fernando.
La revelación de una vocación
En Madrid compaginó sus estudios de dibujo y pintura en la Academia, con su trabajo como empleado de Correos hasta que, a principio de los 50, tomó la decisión de dedicarse en exclusiva a lo que ya se revelaba como la pasión de su vida, la pintura. Para hacer frente a los gastos vendió algunas litografías de carácter histórico para ediciones de lujo. También realizó otras láminas con contenido militar, quizá influenciado por la profesión de su progenitor, teniente coronel del ejército.
Su etapa parisina y romana
En el año 1861, finalizados sus estudios, recibió una beca por dos años de la Diputación Provincial de Murcia para perfeccionar su formación. De este modo, viajó a París y a Roma (ampliando la pensión un par de años más).

Virgen con el Niño, retablo Iglesia de San Antonio
La etapa romana resultó crucial en el transcurso de la vida de Valdivieso y de su obra. Durante su estancia en la capital italiana recibió numerosas influencias, destacándose las de Overback y los nazarenos, y la de Eduardo Rosales, pintor madrileño con el que entabló una gran amistad (fue el modelo de una de las principales obras de Valdivieso, Cristo yacente, y además es Rosales el autor de uno de los pocos retratos que se conocen del pintor oriundo de Mazarrón). El prestigio de Domingo comenzaba ya en aquella época a crecer dentro del mundo artístico.
El regreso a Madrid y la consolidación del artista
Al finalizar la beca y regresar a Madrid, recibió la oferta de trabajar como profesor de ¿Anatomía Pictórica¿ en la Escuela Superior de Bellas Artes de la ciudad, ocupando su tiempo desde entonces entre la enseñanza y su trabajo como pintor, respondiendo al encargo de muchos cortesanos de la época.
La alternancia de estas dos ocupaciones, le permitió participar en muchas exposiciones, con mayor o menor suerte, recibiendo algunos premios y condecoraciones que le valieron el reconocimiento del Estado, y de algunas personalidades dentro del ámbito aristocrático e intelectual del Madrid en la segunda mitad del siglo XIX.
La carrera artística del pintor se truncó cuando trabajaba en un estudio histórico que llamaba La judía de Toledo. La vida del pintor se apagó con tan sólo 42 años, víctima de una enfermedad cerebral.

No hay comentarios:

Publicar un comentario